Hace algún que otro millar de años hubo un genio, un maestro de la oratoria y de las palabras —y posiblemente un poco megalómano— que se dio cuenta de que no teníamos un principio. Así que cogió lo que quiera con lo que se escribiera en aquella época y empezó una historia de seres místicos, manzanas, serpientes y unos pobres sufridores en taparrabos que se verían condenados a sufrir durante el resto de su existencia y la de sus sucesores por haber desobedecido a su maestro. La cosa caló bastante hondo e incluso llegó a convertirse en un best-seller de la época. Qué gran poder el de las historias y la literatura.
En el año 2008, Terry Pratchett —otro genio—, volvió a escribir ese principio. Y yo me quedo con este último, seguro que seríamos una raza mejor si este señor hubiera existido hace miles de años:
Imo salió un día a pescar pero no había mar. No había nada, exceptuando a Imo, así que se escupió en las manos y las frotó para crear una nube de mar. Luego creó algunos peces pero era tontos y perezosos, así que tomó las almas de algunos delfines, que al menos habían aprendido a hablar, y las mezcló con fango para modelarlas con sus manos, cambiarles la forma y convertirlas en personas. Éstas eran listas, pero no podían nadar todo el día, así que Imo cogío más fango y lo amasó en sus manos y lo horneó en el fuego de su campamento de pesca, y así fue como creó el mundo.
Las personas no tardaron en llenar las tierras, y estaban hambrientas, así que Imo tomó parte de la noche, que frotó entre sus manos para crear a Locaha, dios de la muerte.
Pero Imo aún no estaba satisfecho, y se dijo: «He sido como un niño que juega en la arena. Éste es un mundo imperfecto. No hice sino improvisar y no ha salido como yo quería. Lo amasaré con mis manos y crearé un mundo mejor»
Pero Locaha opinó: «El barro está seco. Las personas morirán.»
Imo se enfadó y dijo: «¿Quién eres tú para cuestionarme?»
Y Locaha respondió: «Al igual que todas las cosas, soy una parte de ti. Y por tanto te digo: entrégame el mundo mortal y tú ve a hacer uno mejor. Yo regiré este lugar con justicia. Cuando muera un humano, lo enviaré a ser delfín hasta que le llegue el momento de renacer. Pero a todo aquel que considere esforzado, todo aquel que transcienda el barro a partir del cual fue creado, que enaltezca este mundo cruel sólo por formar parte de él, le abriré una puerta a tu mundo perfecto y así dejará de ser un hijo del tiempo para llevar las estrellas por manto.»
Imo lo consideró una buena idea, ya que se había propuesto su propia creación, y se fue a hacer ese nuevo mundo suyo en el cielo. Pero antes, para evitar que Locaha hiciese todas las cosas a su antojo, se echó el aliento en las manos y creó otros dioses para que aunque las personas tuviera que morir, lo hiciesen a su debido tiempo.
Y por eso nacemos en el agua, no matamos a los delfines y contemplamos las estrellas.
Terry Pratchett – Nación