Cloud Strife, SOLDADO de Primera Clase.

Hoy me he acabado el Final Fantasy: Crisis Core en su versión japonesa y como es obvio no me enterado de absolutamente nada del guión excepto lo que ya se sabía del Final Fantasy VII, claro (es la precuela para el que no lo sepa). Es un juego que me ha dejado con un buen sabor de boca, y no por ser un Final Fantasy, ya que de Final Fantasy tiene muy poco, sino porque se hace entretenido de jugar y no juegas simplemente para ver como transcurren los acontecimientos, como en el Dirge of Cerberus.

Es un action-rpg pero los combates siguen siendo aleatorios como en cualquier FF, no salen los enemigos en el mapeado. La aletoreidad no se queda ahí, los límites son aleatorios y las invocaciones también lo son, no controlamos cuando nos pueden salir ni cual, al principio puede ser un poco chocante para cualquier jugador habitual de RPG’s por turnos, pero luego te das cuenta que está perfectamente integrado en el sistema de juego ya que lo que se premia es algo que un FF al uso no tiene, el movimiento en el combate. Si somos lo suficientemente habilidosos podemos esquivar los ataques y las magias de los enemigos y atacarles por la espalda para propinarles un golpe crítico e incluso defendernos para reducir el daño que nos hacen.

Pero en realidad no quería hablar de su sistema de juego, quería hablar de su final. No pretendo descubrirlo, aunque los que os hayais pasado el Final Fantasy VII ya lo conoceréis. No es un final corriente en este tipo de juegos pero había que ser fieles a lo que venía después y lo han conseguido y mucho, ha pasado directamente a ser unos de mis finales favoritos en un FF.

El mundo suele estar en peligro, suele haber un héroe para salvarlo, un gran enemigo con el que acabar y una princesa con la que quedarse luego. Aquí no, todo acaba en una carretera a las afueras de Midgar en una emboscada de Shin-Ra. Sin más.


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